El autor, Javier Mendiara Rivas, comienza haciendo una pequeña introducción sobre cómo llegó a designar el nombre de espacios de acción y aventura y los cuales concibe como un procedimiento didáctico que utiliza la manipulación pedagógica de la circunstancia ambiental para potenciar el juego, el aprendizaje y el desarrollo global de los niños pequeños.
Confecciona trece montajes en los que haya suficiente espacio libre y permanecen fijos en el gimnasio durante unos días y cambia cada dos semanas.
A lo largo del curso presenta a los niños los trece montajes siguiendo un orden basado en la clasificación de los juegos de Piaget: juegos de ejercicio (potencian el funcionamiento sensoriomotor de los niños y motivan el placer de actuar), juegos simbólicos (estimulan la actividad representativa que implica un alto nivel de desarrollo intelectual y emocional) y juegos con reglas (impulsan la acción reflexiva de los niños e incrementan su capacidad de organización social).
Contempla tres ciclos, a modo de bloques temáticos:
Ciclo 1. Juegos de ejercicio. Espacios naturales: está formado por cinco montajes en los que se proponen elementos materiales y motivacionales que potencian la consecución de una creciente autonomía y autocontrol en la acción de jugar y en el que cada uno posee un grado distinto de peculiaridad y tiene la misión de motivar la aparición de determinados comportamientos.
Ciclo 2. Juegos simbólicos. Espacios imaginarios: está formado por cinco montajes cuya construcción pretende trasladar mundos irreales, fingidos por la fantasía, al gimnasio y en el que se incorporan elementos materiales y motivacionales que potencian una participación cada vez más atrevida y cada vez más creativa.
Ciclo 3. Juegos con reglas. Espacios recreativos: formado por tres montajes cuya construcción pretende transferir los lugares recreativos infantiles y sus normas al gimnasio. Se introducen elementos materiales y motivacionales que potencian una participación cada vez más organizada.
En cada montaje se colocan normalmente 5 zonas de juego, por lo que en total serían unas 63 zonas de juego. Además, se incorporan niveles distintos de dificultad progresiva y se le otorga importancia a los diferentes materiales y sus usos.
En las sesiones podemos distinguir 3 fases:
Información inicial: explicaciones, orientaciones y normas relativas al montaje y las zonas del juego, acompañadas por una historia ambiental adaptada a su edad.
Juego activo: parte fundamental de la sesión donde los niños desarrollan su propio programa de aprendizaje.
Verbalización final: supone para el niño el recuerdo de la actividad física, implicación personal en la explicación y demostración en la acción.
En conclusión, se reconoce la necesidad del maestro en el aula para que reflexione, prepare y estimule, guíe y oriente la actividad de los niños.
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